“LA
CASA DE VIDA”.
Ariana Ortíz Mora.
Ariana Ortíz Mora.
Finalmente le habían autorizado el crédito a Jonás,
por el cual había ido durante dos meses a, literalmente, perder el tiempo a los
oficinas de Infonavit. Fue autorizado por 432,000 pesos a pagar a 18 años,
cantidad que le alcanzaba al joven matrimonio formado Jonás y Andrea para un
terreno que habían visto hacia un tiempo a las afueras de la ciudad de México.
La pareja seguiría viviendo con la madre de Andrea
en un cuarto de 5 metros cuadrados, a pesar de eso estaban muy ilusionados, debido
a que poco a poco construirían la casa de sus sueños.
Andrea aunque quería en demasía a su madre, quería
tener una casa propia, alejarse de aquel muladar ubicado en la colonia Doctores
le haría bien, necesitaba cambiar de aires, desde que abandonó la preparatoria
por falta de recursos ya que su padre murió, se la pasaba la mayor parte del
día escuchando gritos y reclamos de Juana, su madre.
El terreno era árido, cuando empezaron los
cimientos la tierra se alzó hasta generar una nube de polvo que nublaba la
vista de cualquiera, la madera que llegaba y llegaba, acumulándose en los
costados del terreno empezaba a formar el piso base de la casa. Después Jonás
empezó a traer el cemento y el ladrillo, cada día era una fatiga el estar
cargando semejante cargamento, sin embargo la alegría de tener una casa propia
hacia que valiera la pena ese pequeño sacrificio
La casa cada vez tomaba más forma, las paredes se
alzaron, todo iba de maravilla según lo planeado, un día el Sol estaba tan
fuerte, que quemaba la piel de Jonás mientras acomodaba una pared, Andrea usaba
un sombrero blanco que reflejaba la luz del Sol, ella se encontraba barriendo
la madera del piso por el cemento, pero de pronto Jonás escucho un sonido de un
golpe seco, llamó a Andrea pero esta no respondía, sin tener idea de lo que
pasaba caminó por la casa y vio a su esposa en el suelo desmayada.
Al cabo de
un minuto, Andrea recobró el conocimiento, le dijo a Jonás que sintió que la
presión se le había bajado, sin embargo, ignoraban que Andrea le quedaban solo
unos meses de vida debido a que tenía una aneurisma en el cerebro que había
crecido silenciosamente desde que un día que resbaló por las escaleras de la
casa de su madre después de huir de una típica discusión con ella.
Los días pasaron y por fin pudieron terminar el
cuarto donde pensaban que vivirían por muchos años, la sala, el comedor y el
resto de la casa estaban sin terminar, pero, a pesar de eso, se mudaron un
caluroso 18 de Abril.
Los días cada vez eran más calurosos y agotadores
para Andrea, quien apenas se podía poner en pie, dejó de ayudar en la
construcción de la casa, mientras Jonás seguía pintando o colocando alguna
estructura para la casa, Andrea estaba acostada en su cama, exhausta, pasaba
todos los días durmiendo, bebiendo agua y ardiendo en temperatura, junto con
algunas alucinaciones.
Un día Jonás se levantó a la una de la tarde, un
poco más tarde de lo usual, debido a que se encontraba demasiado cansado por el
día anterior, recordó que al siguiente día sería el cumpleaños número veintidós
de Andrea, por lo que decidió tomarse un día libre en la construcción e ir a
comprarle una sorpresa para su cumpleaños.
Al regresar, abrió la puerta, un fuerte viento frío
sopló sobre su rostro, la casa estaba muy callada, preguntó por Andrea pero
esta no respondió, Jonás empezó a preocuparse, corrió por la casa y no la
encontró, entró a su habitación y había una carta, al leerla Jonás estalló en
llanto, un llanto atroz y sin cesar, hasta que finalmente se quedó dormido.
Los siguientes días se dedicó a terminar la casa,
sin parar, cuando por fin la terminó, pensó: “aquí está nuestro bello sueño
Andrea”.